domingo, 10 de mayo de 2009

EL IMPERIALISMO ECOLOGICO

La expansión biológica de Europa

Esta es una historia plagada de aciertos y desaciertos, de escorbuto y de viruela, de caballos y conejos, de malas hierbas y vientos. Es la historia contada en barcos conducidos por aventureros europeos, historias ancladas en los pasatiempos académicos, historias que deben ser evocadas para evidenciar el impacto ambiental en los diferentes contextos históricos, geográficos, sociales y culturales de nuestra sociedad. Cuando el mundo europeo violentó el complemento de su inestable mundo, no sabía que encontraría un torbellino ecológico de tan grandes magnitudes, sin embargo supo diseñar un ambiente biológico acorde a sus necesidades, beneficiándose de factores climáticos y territoriales, configurando un resultado determinante en la implantación y el éxito de las nuevas Europas.



El imperialismo ecológico nace paralelo al desarrollo de las nuevas Europas, pero afirmar el surgimiento del imperialismo ecológico como un hecho meramente asistido, porque no se estudian a fondo todas las dinámicas ecológicas que conllevaron a conducir el transporte imperial y la exportación de nuevas calamidades domesticas a la vida americana. Por lo tanto es importante plantearnos un análisis a conciencia de las variables ambientales, que permitieron la implantación de nuevas formas de vida en los continentes fundamentados por la separación de la pangea.



Por los argumentos expuestos con anterioridad y lo expresado en el libro “imperialismo ecológico” de Alfred Crosby, la hipótesis que será la pauta de este trabajo, yacerá en resolver la incógnita de cómo se estableció el imperialismo ecológico bajo la investidura de las nuevas Europas, gracias al apoyo brindado por diferentes factores ambientales que ayudaron a consagrar su formación y su adaptación en distintos continentes, logrando configurar toda una cadena biológica que sirvió a los europeos para sus fines expansionistas y su desarrollo comercial. Sin embargo se deben analizar las causas biológicas que subyacen los cuestionamientos sobre el imperialismo ecológico, sin despreciar la existencia de los argumentos científicos y naturales.



Una de las valoraciones vitales en la configuración de las nuevas Europas, obedece al componente natural de las biotas ambientales, quiénes sufrieron modificaciones debido a la instauración de organismos diferentes en su estructura biológica, logrando implantar una suerte de biota mixta capaz de producir ambivalencias en los ecosistemas naturales. Si examinamos en la actualidad las regiones que exportan mayor cantidad de productos alimenticios como el cereal y la carne son los países ubicados con el titulo de nuevas Europas, donde hace casi quinientos años atrás, no se tenía rastro de trigo, cebada, centeno y animales como el ganado bovino, el cerdo o la cabra no existían. Este es uno de los resultantes en la implantación de la biota mixta.



El cuestionamiento acerca del imperialismo ecológico puede apreciarse desde muchas perspectivas científicas, pero es la mirada biológica la que nos permite una mayor alternativa de estudio sobre la problemática abordada. Muchas son las afirmaciones que podemos esgrimir desde el estudio biológico.



Para explicar el surgimiento de las nuevas Europas es necesario en primera instancia remontarnos 180 millones de años atrás, cuando la pangea inicio su separación continental después de alberga en sí misma la totalidad de continentes, dicha separación engendro no solo una nueva perspectiva territorial sino también dio origen a gran variedad de significantes históricos. Desde ese instante diferentes conglomerados poblacionales se aventuraron a explorar distintas partes del mundo. Posteriormente la rasgadura de la pangea ocurre un hecho de gran preponderancia en el desarrollo de las nuevas Europas, se presenta una glaciación en la mayoría de cascos glaciales exceptuando la Antártida y Groenlandia, desencadenando una inundación en la superficie que comunicaban a Australia con nueva Guinea y Alaska con Siberia1.



Después de la formación continental en su estructura territorial se dio paso al desarrollo expansionista, donde los pueblos europeos encabezaron la revolución paleolítica y neolítica, permitiéndoles alcanzar grandes avances con respecto a la utilización de herramientas de caza, fundición de metales y desarrollando habilidades en torno a la agricultura y la domesticación de animales. La agricultura apareció con el arado en Mesopotamia estableciendo utilidad alimenticia al suelo. La domesticación de animales fue uno de los factores más determinantes en la expansión de los pueblos europeos, por ejemplo el caballo los ayudo en sus desplazamientos y confrontaciones, el ganado vacuno y los cerdos les brindaron la carne suficiente para emprender cualquier viaje. Estos avances permitieron sin lugar a dudas dar la partida de un imperialismo ecológico desde los cimientos construidos por el hombre europeo.



Con la domesticación animal y la aparición de la agricultura se produjo una trasgresión del hombre, de cazador recolector se paso a un hombre sedentario, agricultor y productor. Produciendo a su vez una estrecha relación de animales con algunos individuos, constituyendo el inicio de múltiples enfermedades producidas por el contacto animal: piojos, perros roedores, pulgas y gran variedad de parásitos intestinales. Estas enfermedades que serán abordadas más adelante en el desarrollo de este trabajo, fueron un factor decisivo en el éxito del imperialismo europeo en ultramar.



Después del fin de la lenta revolución neolítica, aparecen las travesías de las simas anegadas de pangea, cuya única consecuencia fue el descubrimiento de Australia y América, que había de conducir eventualmente a la aparición de las nuevas Europas. Los europeos navegaron con el sueño de encontrar nuevos mundos, creando a su paso una suerte de estados europeos con premisas occidentales, condiciones ejemplificadas en los viajes de los normandos y la violencia sórdida de los cruzados.



Los normandos o pueblos vikingos ubicados en los territorios nórdicos europeos, fueron los precursores en el establecimiento de colonias fuera de Europa, navegando por aguas muy frías llegaron a las zonas más septentrionales de América como Islandia, Groenlandia y las islas de Vinlad en limites con Alaska y Canadá. Sin embargo los normandos se vieron afectados por su débil planeación territorial, su escaza adaptación a climas adversos y su pésima ubicación geográfica con relación a sus colonias. Por otra parte los cruzados o pequeña minoría de conquistadores europeos, se encargaron de colonizar en nombre de la religión, sacando provecho de su ubicación geográfica desarrollaron grandes campañas militares de colonización (cruzadas) a lo largo del mundo o donde fuera menester que se implantaran las leyes de dios. La primera gran cruzada tuvo como epicentro a los musulmanes quienes también se encontraban en plena expansión sobre tierra santa. Luego de las cruzadas los europeos lograron situarse en cuatro estados de tierra santa: Edesa, Antioquia, Trípoli del norte y Jerusalén2. A pesar de la conquista militar de algunos pueblos, los cruzados nunca lograron consolidar un sistema estatal capaz de mantener en vigencia su aparente triunfo religioso y en el año de 1291 los musulmanes los sorprendieron tomándose Acre y derribando el último bastión de los conquistadores cruzados.
Una de las tantas probetas utilizadas por el laboratorio del imperialismo ecológico, fue el descubrimiento de las islas Azores, Chipre, y las canarias etc. Islas ocupadas por un gran número de emigrantes aventureros europeos: italianos, catalanes, Portugueses, y otros. Las características de estas islas eran muy apropiadas para la expansión europea, estaban equipadas por climas templados y se ubicaban en aguas cálidas. La transformación de los ecosistemas de estas islas fue muy acelerada a favor de los colonizadores europeos, por ejemplo en Madeiros y Azores se inicio la siembra de caña de azúcar produciendo un deterioro en los bosques húmedos y en algunas islas se establecieron ovejas y ganado bovino procedentes de los asentamientos europeos, reformando la estructura de los suelos. No podemos desconocer que estas islas estaban abandonadas a su suerte, ya desde hace miles de años se encontraban poblados por nativos que a pesar de su valentía no pudieron contener a los invasores con sus animales y sus enfermedades.
No se puede dejar a un lado uno de los factores más decisivos en el proceso de formación del imperialismo ecológico, los vientos. Si bien hacen parte de los fenómenos naturales, los europeos supieron darle utilidad paralelamente a sus fines expansionistas, se valieron de la invención de herramientas como la brújula china y la vela latina de los pueblos de tierra santa, permitiendo dominar los vientos alisios para zarpar y volver con los vientos del oeste, facilitando las expediciones de Colon por el océano atlántico, Da Gama por el océano indico y Magallanes por los trópicos orientales.



Hemos hasta este punto abordado cuatro elementos esénciales para la conformación del imperialismo ecológico; la domesticación de animales; el dominio sobre la naturaleza; la adaptación de formas de vida en territorios colonizados y el dominio sobre los vientos. Pero uno de los agentes primordiales en la formación de las nuevas Europas fueron las enfermedades quienes garantizaron la expansión demográfica europea. Por ejemplo la viruela jugó un papel clave en el exterminio de poblaciones indígenas en América y en Australia, favoreciendo el aniquilamiento poblacional. Tan poco podemos ignorar las infecciones venéreas como la sífilis, que aplastaron los índices de natalidades de los indígenas mientras se elevaba la mortalidad en la Australia occidental. Estas epidemias continuaron su labor de exterminio en todos los lugares conocidos de las Américas y Australia, en los siglos XVI y XVII exportadas por los europeos que nunca importaron enfermedades distintas a las que ya estaban predestinados.



Dentro de la formación de las nuevas Europas las malas hierbas constituyeron una parte determinante en la cadena de colonización biológica, porque consagraron un espacio de recuperación de la naturaleza deteriorada por la explotación indiscriminada. El termino malas hierbas en la botánica se refiere a toda planta que se dispersa con rapidez en competencia con otra, la evolución simultanea de las malas hierbas del viejo mundo dio las primeras ventajas a la difusión de las nuevas Europas. Las malas hierbas mediterráneas fueron las primeras plantas colonizadores que tuvieron éxito, realizando un pequeño viaje a las deforestadas islas Azores, Madeira y las Canarias, emprendiendo desde allí el viaje hasta las indias occidentales y la América tropical. Fueron las malas hierbas las garantes para la prosperidad del avance de los europeos y de los neoeuropeos porque cicatrizaron las heridas provocadas por los invasores y se convirtieron en alimento esencial para el ganado y sus dueños.



Nos hace falta subrayar uno de los componentes más influyentes en la composición de las nuevas europas, los animales. Los cerdos fueron el animal predilecto de los colonizadores, ya que suministraban carne en abundancia y aseguraban suministros alimenticios. Otra especie importante por sus características, fue el ganado bovino pues en la producción de grandes hatos son evidentes las múltiples ventajas sobre animales como los cerdos, respecto a su manutención y atributos: carne, leche y tiro. Otros animales de tiro y transporte fueron el caballo y el burro que beneficiaron las colonizaciones europeas por América, Australia y Nueva Zelanda. Pero algunos animales como las ratas que vinieron embarcadas como polizones con los ibéricos trajeron consigo plagas, concibiendo grandes epidemias en los lugares más poblados por estos animales. Hay que señalar que el intercambio animal entre las nuevas Europas y el viejo mundo nunca fue equitativo, por ejemplo el pavo americano si llego al viejo mundo, pero no se hizo salvaje y no pululo como las langostas en África y Eurasia.



La población europea creció entre los años 1840 – 1930 de 194 millones de personas a 463 millones y así mismo en las nuevas Europas también se incremento el número de habitantes entre 1750 – 1930, en donde la población de las nuevas Europas se hizo al menos catorce veces mayor, mientras que el resto del mundo aumentaba dos veces y media.



Conclusión:
Pudiendo concluir este trabajo con alguna afirmación categórica sobre la formación del imperialismo ecológico bajo la investidura de las nuevas Europas, considero central concluir que la mayor victoria de las nuevas Europas en su organización imperial como lo mencionaba al principio de este trabajo, fue la adquisición de amplias zonas de alto potencial fotosintético, zonas en las que es muy alta la cantidad de energía solar permitiendo una transformación acelerada del agua y de la materia inorgánica en alimento. Por tanto las zonas más ricas en potencial fotosintético de la superficie terrestre están ubicadas en los trópicos de latitud norte y sur, en el cual crecen la mayoría de plantas alimentarias que prosperan en ocho meses. Estos lugares comprenden las regiones de suelos más ricos que reciben mayor abundancia de luz solar y la cantidad de agua requerida por las cosechas, estas zonas se encuentran ubicadas en la parte central de Estados Unidos, Australia meridional, nueva Zelanda y una porción importante de Francia y la península ibérica (nuevas Europas). La adquisición de ese potencial fotosintético gracias a la ayuda brindada por la domesticación animal, las enfermedades, las malas hierbas, el dominio de los vientos y su capacidad de intervención, fue el mayor logro del imperialismo ecológico en el mundo.



Bibliografía: Crosby, W, Alfred. El imperialismo ecológico, la expansión biológica de Europa, 900 – 1900. Barcelona, 1988. Critica Barcelona. 350 páginas.



Johanna Melissa Quebraolla Cifuentes
Codigo: 101081109



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